Valle del Jerte
CEREZO EN FLOR:
En la provincia de Cáceres se sitúa la comarca del Valle del Jerte en la que, una vez al año, se produce un hecho espectacular e irrepetible que llena de emoción a todos aquellos que lo contemplan. Un millón de cerezos cubren de flores el campo, el paisaje es sensacional puesto que el blanco de los pétalos llena de belleza y luminosidad el paisaje dando la sensación de que ha caído una inmensa nevada. El magnífico olor de las flores hace que la primavera sea muy especial en todo el Valle del Jerte. Tan especial es este momento que todos los habitantes de la comarca celebran una gran fiesta que inaugura la temporada de la cereza, una de las frutas más exquisitas de la temporada.
La naturaleza (fauna y flora) son los indiscutibles protagonistas en esta época del año. Los excursionistas que decidan ir al Valle del Jerte en esta época del año tienen ante sí una amplia oferta de actividades para hacer y sitios para visitar. El Valle del Jerte es uno de los paisajes más impresionantes y maravillosos que se pueden ver en España. Es un valle que se encuentra entre dos montañas en la provincia de Cáceres muy cerca de Portugal. Durante dos semanas podemos observar el magnífico paisaje que dan el millón de cerezos en flor, desde el 19 de marzo hasta el 2 de abril. La Garganta de los Infiernos es unos de los lugares obligados a visitar en estos parajes. En ella podréis observar cascadas y grandes saltos de agua. Este agua va a parar al río Jerte llamado por los árabes así porque significa “río cristalino”. La Garganta de los Infiernos fue nombrada reserva natural en 1994 y podrás ver en ella desde truchas hasta ciervos, mirlos, cigüeñas negras, búhos, gatos y cabras montesas entre otras especies. El Mirador del puerto de Tornavacas es un lugar ideal para poder observar todo el valor paisajístico de esta zona, incluso Plasencia, situada a unos 40 km. de Tornavacas. El Museo de la cereza os acercará a la realidad de los habitantes del valle centrado en el maravilloso mundo de las cerezas, fruta de la que hay unas 2000 especies diferentes en todo el mundo. Simplificando podemos diferenciar entre cerezas dulces y agrias. Dentro de este último grupo encontramos silvestres como las guindas, antecesoras de la mayoría de las variedades que más se consumen hoy en día.
CULTURA:
Si algo caracteriza a las gentes del lugar, es su constante relación con el medio que les rodea. Su principal actividad económica es la agricultura, y sin dudarlo, es el cultivo de la cereza la principal fuente de ingreso. La época de primavera y verano es el momento de mayor trabajo para todos los pueblos de esta comarca, pues se lleva a cabo la recolección de las cerezas, que se sigue realizando de forma tradicional. Los cultivos se distribuyen no sólo en el fondo del valle, sino que trepan por la laderas de las montañas gracias a los bancales realizados por sus habitantes en su afán por dominar el entorno. Además de la cereza, podemos encontrar en estas fértiles tierras gran variedad de productos como frambuesas, higos, aceitunas, castañas y todo tipo de productos de huerta. Con estos frutos se elaboran artesanalmente los famosos licores del » Valle del Jerte», de frambuesa, cereza, higo, sin olvidar el aguardiente de cereza. Cada ciclo litúrgico trae consigo gran número de fiestas y tradiciones. La mayoría de las celebraciones de estas localidades son en honor de su » Patrón». Entre las fiestas que conservan estos pueblos de la rivera del Jerte citaremos las más famosas : Jarramplas de Piornal, el Taraballo de Navaconcejo y el Judas de Cabezuela.
La primera de ellas se celebra el día de San Sebastián. La figura del Jarramplás, destaca por su traje multicolor y su careta cuniforme, muy bien reforzado, para poder soportar la lluvia de nabos que la gente del pueblo le lanzará. Acompaña este ritual el sonido del tamboríl. Este mismo día, se celebra en Navaconcejo, el Taraballo. Este personaje, disfrazado con un mono blanco con borlas rojas, acompaña a San Sebastián en la procesión, en continuo baile, sin dar la espalda en ningún momento al santo mártir. El Taraballo lleva un ventril, con el que se defiende de los ataques de los chicos y adultos. El «Judas» de Cabezuela del Valle, se celebra el Domingo de Resurrección. Se trata de un pelele, relleno de paja y petardos, que después de ser paseado por el pueblo, es quemado alrededor de la media noche ante el asombro de los espectadores. Muchos de los pueblos de la comarca conservan restos de lo que fuera su arquitectura popular, que conviven con casas modernas. En su mayoría, son casas con solanas voladas de madera y hermosos soportales, mientras que en los pueblos serranos, sobre todo en Piornal los exteriores se realizan completamente de piedra, con mínimos vanos. En Cabrero y Casas del Castañar conviven las dos modalidades de arquitectura. Encontramos ejemplos en Tornavacas ( Calle Real), en Cabezuela , en Navaconcejo en la calle Real donde perviven casas con solanas de madera. Otros datos de interés artístico son: En Navaconcejo, La Fábrica, del siglo XV, dedicada a la producción textil, por los monjes franciscanos. En la mayor parte de los pueblos se levantan ermitas o capillas en honor de sus respectivos Cristos : Navaconcejo, Jerte, Valdastillas, Piornal, Barrado y Tornavacas. En esta comarca del Jerte podemos degustar una cocina muy variada, toda ella basada en productos locales : patatas revolcás, migas, caldereta, trucha escabechada, así como excelentes embutidos.
LA CEREZA:
¿Quién no ha oído hablar en alguna ocasión de las cerezas del Valle del Jerte?, o mejor, ¿Quién no las ha probado?. La cereza fue introducida por los árabes en la zona norte de Cáceres y tras la reconquista su cultivo creció espectacularmente. En la Edad Media ya se hablaba de la exquisitez de esta fruta venida de tierra extremeña, si bien ha sido durante la pasada centuria cuando se ha convertido en un auténtico monocultivo y su fama ha traspasado las fronteras de nuestro país. Hoy en día, la cereza es la base económica de la comarca, ya no solo por el valor del producto, sino también por la enorme repercusión que la época de floración ejerce sobre el sector turístico. Su cultivo se extiende a lo largo de las dos laderas de las montañas (a la más soleada se le llama «solana» y la más fresca «umbría») repartido en pequeñas fincas que a su vez se dividen en bancales para salvar la inclinación del terreno. Más de un millón de cerezos que pueden llegar a producir en un año de buena cosecha hasta 20.000 Tm. El Valle del Jerte es el mayor productor de cerezas de toda España. La cereza del Jerte es algo especial. Una fruta de textura firme y suave, sabrosa y refrescante. Una delicia para el paladar. Es un fruto muy peculiar, herencia de muchos años de artesana crianza y de artesana cosecha. Aunque los árboles ya no son tan grandes como antes, la forma de recolección sigue siendo manual. Los hombres se cuelgan la «cesta» al hombro, sujeta gracias al «garabato» y, ayudados de la «soga», suben hasta las ramas más altas. Las ramas bajas se «cogen» desde la «escalera». Las mujeres, mientras, se encargan de «escoger» y seleccionar. Es una tarea ardua, ya que no se descansa ni sábados ni domingos. El resultado merece la pena. La cereza del Jerte puede llegar a superar los 30 milímetros de diámetro, y su calidad no tiene competencia. La época de recolección, denominada «cerecera», transcurre desde el mes de Abril hasta bien entrado Agosto. La maduración progresiva es la que propicia un periodo tan largo.
Esto se debe, por una parte, a la distinta evolución de cada una de las clases y por otra, a la disposición de los árboles frutales en diferentes alturas. Hay muchas variedades de cerezas (Mollar, Del Monzón, Pico Negro, Pico Colorao, California, Ambrunés……), cada una con una textura y un sabor peculiar. Algunas de mayor tamaño, otras con un color más intenso. Eso si, todas riquísimas. De entre todas ellas destaca la variedad llamada «Picota» (este es el nombre que algunos utilizan erróneamente para identificar a la cereza en general). La «Picota» es una de las variedades más antiguas. En algunas ocasiones se ha asociado a la «Ambrunés» que es una cereza de tamaño medio, sin rabo, más oscura que la mayoría y de sabor un poco más dulce. Por otra parte la cereza es un alimento sanísimo. Es una fuente de vitamina C y bioflavonoides, por lo que actúa como antioxidante. Posee hierro, magnesio, potasio, silicio y provitamina A (beta-caroteno). Su consumo diario ayuda a reducir los niveles sanguíneos de ácido úrico, lo que ayuda a prevenir la gota. Pero lo realmente significativo de este fruto es su capacidad para proteger contra el cáncer. El ácido elágico que contiene inhibe la reproducción de células cancerígenas. Además, ayuda a regular el tránsito intestinal. ¿Qué más se puede pedir?. Para finalizar, debemos hacer una recomendación. Si desean disfrutar realmente comiendo cerezas, nada mejor que acercarse al Valle y comprarlas en cualquiera de sus cooperativas. La cereza recién cogida del árbol sabe todavía mejor. Además, podrán llevarse otros productos derivados que difícilmente encontrarán en otros sitios, como por ejemplo el licor, el aguardiente de cereza o la mermelada. Esta última está especialmente indicada no solo por su sabor y aroma natural, sino también por estar realizada sin aditivos ni conservantes.
NATURALEZA:
El Valle del Jerte parte de las estribaciones de Gredos, cuyo macizo se prolonga hasta la sierra de Tornavacas, Tormantos y San Bernabé, que lo separa de la comarca de la Vera, y en su parte occidental, los montes de Traslasierra, que sirve de límite con el valle del Ambroz. La condición montañosa de esta comarca influye, de forma notable, en el desarrollo de las diversas comunidades, existiendo diferentes microclimas en función de la situación de éstas. El río Jerte, nexo de unión de toda la zona, alimenta su cauce con las cristalinas aguas de múltiples gargantas y arroyos. El paso de los siglos ha destinado para cada uno de ellos un entorno natural diferente, donde se mezclan abruptas cascadas, remansos horadados en la roca con retirados e insólitos parajes que aguardan que el andante descubra su singular belleza. Más allá del tupido verde que en montes semejantes nos ofrece la Naturaleza, el visitante podrá recrear la vista con una amplia gama de tonos que se distribuyen, de forma arbitraria, por los distintos rincones que componen el paisaje. Merece especial mención el contraste que podemos encontrar en época otoñal. Su contemplación nos transporta a lugares encantados propios de los cuentos. Entrando la Semana Santa, el Valle del Jerte se viste de blanco, la flor del cerezo cubre la ladera de las montañas y el paisaje gris del invierno da paso al luminoso resplandor de la primavera. Pocas veces, los ojos del viajero han podido contemplar semejante «Espectáculo». En lo más alto de sus montañas los pináculos de rocas se transforman en magníficos miradores, desde donde deleitarse con vistas infinitas. A lo largo de la comarca descubriremos tanto cómodos senderos que nos permiten llegar a lo más alto, como desafiantes «paredes» para intrépidos escaladores.
GARGANTA DE LOS INFIERNOS:
El Valle del Jerte ofrece numerosos rincones que permiten el disfrute de la naturaleza y del tipismo de sus pueblos. La buena conservación del entorno natural da cobijo a ecosistemas de lo más variado, concediendo al visitante el privilegio de ser testigo de acontecimientos de la fauna o la vegetación absolutamente excepcionales. A todo esto contribuye la abundancia de agua, que con cerca de 15 gargantas salpica las faldas del valle creando auténticos vergeles y zonas boscosas dispuestas para el disfrute. La Garganta de los Infiernos atribuye gran parte de su fama al paraje de Los Pilones, zona en la que abundan los saltos de agua y cascadas y donde encontramos grandes pozas labradas en la roca por la erosión del cauce. Esta zona alcanza su apogeo en verano, época en la que las aguas cristalinas y frescas atraen a numerosos turistas y curiosos con ganas de disfrutar de un buen paseo por el bosque antes de disfrutar de un baño en ellas. Aunque este paraje se halla erigido como el atractivo más popular, la Reserva Natural extiende sus tentáculos por los términos municipales de Jerte, Tornavacas y Cabezuela. Su situación geográfica la ubica al norte de la Sierra de Tormantos y al sur de la Sierra de Gredos y más concretamente en la vertiente oeste de estas formaciones montañosas donde la garganta entronca con el río Jerte. En la parte alta y bordeando la Garganta de la Serrá, un valle glaciar del cuaternario, encontramos la Cuerda de los Infiernillos y el Cerro del Estecillo que forman el techo de la Reserva, al borde los 2.300 metros de altura. Fue declarada Reserva Natural en noviembre de 1994 como fórmula de preservación para uno de los escasos ecosistemas de montaña presentes en Extremadura. Y es que la variedad vegetal y animal es abundante. Junto a los cauces de agua encontramos formaciones boscosas compuestas por alisos, fresnos y sauces, que aprovechan la humedad de la garganta y ofrecen un espléndido cobijo en los meses de verano. El tejo, el acebo y el abedul también se encuentran en esta zona, y gozan de una especial protección debido a su escasez estando prohibido recolectar sus frutos o cortar sus ramas. También podremos transitar por extensiones de bosque caducifolio en las que abundan el roble melojo, el espino, los madroños, las escobas y el rusco. En algunas zonas encontramos bosques de castaño, plantados en sustitución del robledal orientados a la explotación agrícola y maderera. Por supuesto, no faltarán los cerezos, que encontraremos en numerosas laderas y que constituye la principal fuente de riqueza del Valle del Jerte. A medida que nos acercamos a la cumbre, la zona de bosque desaparece y nos encontramos con especies de matorral como los piornales serranos, el enebro y el brezo. Con respecto a la fauna, abundan las especies fluviales cuya estrella es la trucha común, estando catalogada la Garganta de los Infiernos, como uno de los mejores tramos trucheros de Extremadura. Con la trucha conviven numerosos anfibios como tritones, salamandras, sapos, ranas comunes y reptiles como el lagarto verdinegro y la culebra viperina. Podemos encontrar algunas rapaces como el águila real, el águila culebreara o el milano, y en algunas zonas el buitre leonado y el búho real. Entre los mamíferos destaca la cabra montesa y la nutria con poblaciones bastante escasas pero estables. También se ha avistado, en sus aguas, algún ejemplar de desdén ibérico. Completan el catálogo de rarezas el gato montes y la gineta. Para iniciar la visita a la Garganta de los Infiernos lo más aconsejable es acudir al Centro de Interpretación de la Naturaleza, desde el que podremos iniciar varias rutas por la zona. Se encuentra situado en la carretera N-110 que parte de Plasencia en dirección a Barco de Ávila. Entre Cabezuela del Valle y Jerte, en el paraje Los Arenales, tomaremos la dirección del camping por la que cruzaremos el río poco antes de llegar al aparcamiento del Centro de Interpretación.
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